Historia de la Telefonía en Argentina (III): El sobrinito de Roca
Primera llamada telefónica en Argentina
El conmutador de Locht admitía sólo veinte abonados.
De acuerdo a las crónicas periodísticas de la época:
En la calurosa mañana del martes 4 de enero de 1881, el técnico francés Víctor Anden llamó a la puerta de una gran casona ubicada sobre la calle Florida 351, entre Tucumán y Viamonte (hoy Florida 611). Su dueño, el doctor Bernardo de Irigoyen, Ministro de Relaciones Exteriores, estaba por salir para la Casa de Gobierno, pero antes de hacerlo vería colocado el primer teléfono del país. El segundo teléfono fue para la casa del presidente Roca.
El mismo día se instalaron también otros teléfonos en las residencias del presidente de la Nación, general Roca, en la calle Rivadavia 1783 (hoy 4805); del presidente de la Municipalidad de Buenos Aires, Marcelo Torcuato de Alvear; del Ministro de Guerra y Marina, general Benjamín Victorica, y en instituciones como la Sociedad Rural, el Club del Progreso y el Jockey Club hasta totalizar el número de veinte.
El miércoles 5 de enero de 1881 se produce la primera llamada experimental. A diferencia de la charla que mantuvieron Graham Bell y Watson, la nuestra salió mal. Por ser el abonado N° 1, Bernardo de Irigoyen llama al general Roca, pero se adelanta a atender uno de los sobrinitos de Roca, que se acerca al tubo y lo inunda con su parloteo. Poco familiarizado con el nuevo aparato, colgó indignado, pidiendo a los técnicos que hagan más ensayos hasta acabar con los ruidos.
Bernardo de Irigoyen |
Presidente Julio A. Roca |
Por lo tanto, la primera conversación telefónica argentina fue entre Bernardo de Irigoyen y el sobrino de Roca, cuyo nombre se ignora. Luego las instalaciones continuaron, y esta vez le tocó al presidente de la Municipalidad de Buenos Aires, Marcelo T. de Alvear.
La primera guía Pantelefónica era de una hoja y los abonados para fines de 1881 alcanzaban la cifra de 200.
Puede calcularse que hacia fines de 1881 ya pasaban de doscientos los abonados telefónicos de Buenos Aires, y en 1883 ya se habían instalado en la ciudad varias oficinas telefónicas en distintos barrios. Al año siguiente, había 600 abonados.
Los aparatos de entonces, verdaderos armatostes de madera, se alimentan a pila y funcionan con una sola línea de alambre galvanizado, tendida sobre pequeños postes ubicados en las azoteas de las casas, que parte de una torre de distribución montada en el techo de la central.
Para obtener la comunicación debía llamarse a la oficina, haciendo girar la manivela. El operador se hallaba de pie frente al conmutador, recibía la solicitud y unía a los dos teléfonos. Durante un tiempo esas tareas la realizaron los varones
La audición solía ser deficiente, pero, se aconsejaba a los abonados no alzar mucho la voz.
Esos días el General Roca declaraba: “estimo que la difusión de estos aparatos en la Argentina será tan decisiva para su progreso como nuestra expedición al desierto”.
Poco después, Irigoyen también es protagonista de otro avance en la historia telefónica argentina : la primera conversación de larga distancia.
Don Bernardo trasladó a Chivilcoy un aparato y, valiéndose de la línea telegráfica del Ferrocarril del Oeste, armó un circuito entre aquella localidad, distante 150 kilómetros de Buenos Aires, y la estación terminal de Plaza Lavalle, para desde allí llegar a la Casa de Gobierno y comunicarse con el Presidente .
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